El trasplante alogénico de progenitores hematopoyéticos (alo-TPH) es el único tratamiento con capacidad de curación demostrada de la LMC. Gracias a las respuestas que se observa con el Imatinib el alo-TPH se reserva a pacientes jóvenes que no responden a ninguno de los tratamientos.

Es el tipo de trasplante más común para tratar las leucemias pero a la vez es el más tóxico. En este tipo de trasplante se le infunde al paciente, células procedentes de la médula ósea, de un donante cuyo tipo de tejido (conocido como HLA) es casi idéntico al del paciente. Por lo tanto, cuanto más compatible sean los tejidos más probabilidades hay que las células trasplantadas comiencen a producir nuevas células sanguíneas.

El mejor donante para un candidato de trasplante alogénico es un familiar cercano, como un hermano/a, pero si ningún familiar es compatible, las células madre podrían extraerse de un donante compatible no relacionado. Sin embargo, el uso de células madre de un donante compatible no relacionado está asociado a más complicaciones, la más importante es la enfermedad injerto contra huésped (EICH).

La EICH es una complicación que se debe a la incompatibilidad entre el donante y el receptor, cuando esto sucede el sistema inmunológico del paciente es atacado por el del donante. Los síntomas del EICH son:

  • Erupciones graves en la piel, acompañadas de picor.
  • Nauseas
  • Diarrea grave
  • Coloración amarillenta de la piel y la conjuntiva del ojo (Ictericia)
  • Cansancio
  • Dolor muscular

Sin embargo, la EICH suele acompañarse de una fuerte reacción contra las células leucémicas que queden en el paciente, contribuyendo a su total eliminación, es lo que conocemos como efecto del injerto contra la leucemia. Por lo que una forma leve de EICH, se puede considerar beneficiosa.