La radioterapia utiliza rayos de alta energía para destruir las células cancerosas, dañando lo menos posible a las células normales. En estadios precoces se administra después de la quimioterapia como parte del tratamiento. En estadios más avanzados, se utiliza también como parte del tratamiento para tratar áreas en los que aún existe el tumor.

La radioterapia tiene que ser cuidadosamente planificada para asegurarse de que es lo más eficaz posible.

En su primera visita al departamento de radioterapia, se le hará un CT o se le tumbará bajo una máquina que tomará radiografías de la zona a tratar.

Es posible que se le hagan unas pequeñas marcas en la piel (tatuaje) para ayudar al técnico a encontrar la posición con una mayor precisión, para saber dónde dirigir los rayos. Estas marcas deben permanecer visibles durante todo el tratamiento. Son marcas permanentes, extremadamente pequeñas, y sólo se harán con su consentimiento.

En cada sesión el técnico le colocará cuidadosamente para que esté cómodo, ya que debe permanecer inmóvil durante el tratamiento. La radioterapia no es dolorosa. Durante el tratamiento permanecerá solo en la habitación pero puede hablar con el técnico que le vigilará desde la habitación contigua.