La radioterapia utiliza rayos de alta energía para destruir las células cancerosas, mientras se hace el menor daño posible a las células normales. Se puede administrar para tratar de curara el cáncer de vejiga (radioterapia radical) o para aliviar los síntomas (radioterapia paliativa).


  • Radioterapia radical

Si el cáncer de vejiga no se ha diseminado más allá de la pelvis, se puede administrar radioterapia con el objetivo de curar el cáncer. Administrar radioterapia en lugar de realizar una cirugía significa que se conserva la vejiga, pero si el cáncer reaparece después de la radioterapia es posible que haya que realizar una cirugía para eliminar el tumor de la vejiga o para extirpar la misma. Después de administrar radioterapia se realizan citoscopias regulares para comprobar que el cáncer no regresa.

Algunos pacientes pueden recibir quimioterapia antes de la radioterapia para reducir el tumor y reducir el riesgo de que el cáncer regrese tras el tratamiento. También se puede administrar ambos tratamientos conjuntamente para hacerlos más efectivos.


  • Planificación de la radioterapia

La radioterapia tiene que ser cuidadosamente planificada para asegurarse de que es lo más eficaz posible.

En su primera visita al departamento de radioterapia, se le hará un CT o se le tumbará bajo una máquina que tomará radiografías de la zona a tratar.

Es posible que se le hagan unas pequeñas marcas en la piel (tatuaje) para ayudar al técnico a encontrar la posición con mayor precisión donde dirigir los rayos. Estas marcas deben permanecer visibles durante todo el tratamiento. Son marcas permanentes, extremadamente pequeñas, y sólo se harán con su consentimiento.


  • Las sesiones de tratamiento

Al comienzo de cada sesión el técnico le colocará cuidadosamente para que esté cómodo, ya que debe permanecer inmóvil durante el tratamiento. La radioterapia no es dolorosa. Durante el tratamiento permanecerá solo en la habitación pero puede hablar con el técnico que le vigilará desde la habitación contigua.